El concepto budista tibetano de que todos los seres han sido nuestras madres es una enseñanza budista que ha sido fuertemente arraigada por la cultura tibetana. Según el budismo tibetano, todas las personas y seres vivos que encontramos en nuestra vida actual han tenido algún tipo de conexión kármica con nosotros en vidas anteriores, y en esas vidas, algunas de esas personas actuaron como nuestras madres.
Esta teoría se basa en la idea del renacimiento, que esencial para el budismo. En ella se plantea que la mente experimenta múltiples vidas y muertes, y que cada una de ellas está influenciada por las acciones y pensamientos de las vidas anteriores. Como resultado, cada ser humano y cada ser vivo tienen una conexión kármica que se extiende a lo largo de muchas vidas.
La idea de que todas las personas han sido nuestras madres se relaciona con el concepto del amor y la compasión universal. Si creemos que todas las personas han tenido alguna conexión kármica con nosotros, entonces también deberíamos sentir amor y compasión por todas las personas, no solo por aquellas con las que tenemos una relación cercana.
En su libro “El Camino de la Compasión”, el Dalai Lama explica esta idea en detalle. Él escribe: «En la tradición budista, la compasión se basa en la comprensión de que todos los seres desean ser felices y libres del sufrimiento, y que todos los seres han sido nuestras madres amorosas en el pasado». El Dalai Lama continúa explicando que al recordar esta conexión kármica con todos los seres, podemos desarrollar un amor y compasión más profundos y auténticos hacia ellos, incluyendo a nuestros enemigos o a las personas que nos han hecho daño en algún momento de nuestras vidas.
Además, la creencia de que todas las personas han sido nuestras madres también puede ayudarnos a superar la hostilidad y el conflicto en nuestras relaciones con los demás. En lugar de ver a las personas como extrañas o enemigas, podemos verlas como alguien que nos cuidó en una vida anterior y tratarlas con más amabilidad y respeto.